lunes, 28 de mayo de 2007

Surrealista

Si Francia fuera un género literario, sería teatro del absurdo. No en vano, tanto Ionesco como Beckett, los autores más representativos de dicho género, abandonaron su Rumanía y su Irlanda natales para afincarse en París. Ambos están enterrados en Montparnasse. Creo que esta querencia se explica porque sólo en Francia es posible un diálogo imaginado por Beckett. Cabría entonces preguntarse si imaginó alguna vez alguno de sus diálogos o se limitó a transcribir cuanto escuchaba en las calles de París, si bien lo único seguro es que en ningún otro lugar del mundo podía empaparse tanto de absurdo como allí. De hecho, el propio Beckett solía contar que en el juicio contra Prudent, un proxeneta que le había apuñalado en el pecho dejándolo al borde de la muerte, cuando fue interrogado por los motivos que le habían llevado a la agresión, se limitó a responder: Je ne sais pas, Monsieur, je me excuse. Está claro, en el fondo era un buen tipo. Y además muy bien educado. Sólo los franceses son capaces de ser educadamente groseros. Absurdo.
Canarias, en cambio, es puro surrealismo. No en vano, en Tenerife, de hecho, se organizó la primera exposición surrealista de España, a la que acudió el mismísimo Breton. Es evidente que desde entonces el surrealismo ha mantenido un profundo arraigo en Canarias: sólo a través de la escritura automática puede explicarse que CC siga teniendo opciones de gobierno después de todo. Surrealista.